Las restricciones a la compra de dólares fueron la alternativa que le quedaba a Mauricio Macri para intentar evitar el agotamiento de las reservas y el estallido del mercado de cambios, luego del cierre del crédito internacional. La falta de acceso a los mercados financieros para la colocación de bonos a comienzos de 2018 había cerrado la principal fuente de divisas de la gestión Macri. El mega préstamo del FMI permitió una fuente extra de dólares pero al costo de un programa ruinoso tanto en términos económicos como políticos para el oficialismo. La consecuencia fue una rotunda derrota oficial en las PASO que derivó en el congelamiento de las cuotas del stand-by con el fondo, acentuando la tensión cambiaria. Sin demasiadas alternativas, Mauricio Macri implementó el “cepo” que tanto había criticado a la administración de Cristina Fernández de Kirchner.
Si la situación no se desbanda, nuestras proyecciones de reservas al realizarse el cambio de mando se ubican cercanas a los u$s40.000 millones. De modo que si se descuentan los préstamos del BIS, el swap chino, el oro y los encajes por depósitos en dólares, las reservas operativas a ese momento serán alrededor de u$s8.000M. Pero aún en un escenario de transición estable, la actividad económica y el empleo continuarán en contracción, dado el deterioro del consumo por una inflación que le gana a los salarios, una inversión real paralizada por la incertidumbre cambiaria y la elevada rentabilidad financiera, y el escaso margen fiscal para la implementación de políticas contracíclicas.